julio 19, 2007

¿QUÉ HACEMOS SIN EL MAESTRO?


Hoy es un día de mierda: se fue ROBERTO FONTANARROSA
"De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: me cagué de risa con tu libro"

abril 30, 2007

A llorar a los velorios


Cansados de recibir mails acusándonos de la desaparición del website del Concepto DFyD en general y de Martín Aon y Alejo Salem en particular, nos vemos en la obligación de proclamar la verdad que los supracitados le negaron al mundo.

Si bien Aon y Salem comparten más vicios que gustos, hay que decir que ambos sienten una seria admiración por un gran número de duplas históricas, como por ejemplo Lennon y Mc Cartney, Jimmy Page y Robert Plant, Beillinson-Solari, Churchill y Stalin, Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta, Graciela Alfano y Matías Alé, Sacco y Vanzetti, Alejandro Dolina y Guillermo Stronatti, Porcel y Olmedo, Abbott y Costello, Ortega y Gasset, Pinky y Cerebro, Neo y Trinity, Agulla y Bacetti, Pelopincho y Cachirula, Borges y Bioy Casares… La lista es demoledora e inoperante, según atestiguan las paredes de lo que fue la Redacción Editorial del Concepto DFyD.

Sirva como ejemplo de esa admiración el poema "Quémenme", de Salem, que según el autor fue inspirado en el "Shoot me" que grita Lennon (¿alguien le hará caso a Salem, como Chapman obedeció al Beatle?). Martín Aon, por su parte, se entreveró con cuanta renga pudo con tal de parecerse a Mc Cartney.

Y como la mayoría de las grandes parejas, un buen día se separaron. Nadie fuera de ellos sabe quién hizo de Yoko Ono. Sospechamos (como casi todo el que lo conoce) del Sr. Cito –webmaster de la primera hora- y de una de las secretarias.

Lo cierto es que siempre tuvieron el sueño de convertirse en una de esas parejas cuyo despliegue de creatividad supere y anule a los precedentes generando una nueva historia, madre de entusiastas corrientes de pensamiento que los tendrían por modelo durante milenios.

Nos consta que no lo consiguieron.

Sin embargo, algo queda de ellos. Martín Aon volvió a sus orígenes y abrió una página personal manifestando que "más que resucitar prefiere que no lo claven". Y Alejo Salem debutó –luego de fallar con un prototipo- con un blog donde asegura que su voluntad "tiene los pies redondos" .

La historia los juzgará –antes o después de la justicia ordinaria- y con seguridad los condenará al olvido, lugar donde los llaman por su nombre y les sirven lo de siempre.

Nosotros, por nuestra parte, somos los titulares legales de la marca "Concepto DFyD", de manera que iremos rescatando lo poco rescatable que había en el antiguo sitio para traerlo hasta acá.

Comando Mocho.
Y a llorar a los velorios.

marzo 29, 2007

El Comando Mocho enseña lo que no sabe

Aburridos con la nueva desaparición de Aon y Salem, los miembros del Comando Mocho, a cargo de este lugar, tomamos la desición de cultivarlos a ustedes, simples mortales con cerebro apenas más evolucionado que el de un mono.
Y para empezar con nuestras clases, les traemos un Decálogo del escritor, en este caso realizado por Augusto Monterroso (si no saben de quién se trata, merecen los peores castigos -salvo que se trate de señoritas agraciadas, jóvenes, lúbricas y tetonas-).


Decálogo del escritor
Augusto Monterroso

Primero:

Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.

Segundo:

No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.

Tercero:


En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: "En literatura no hay nada escrito".


Cuarto:

Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.

Quinto:

Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.

Sexto:

Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.

Séptimo:

No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.

Octavo:

Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.

Noveno:

Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.

Décimo:


Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.

Undécimo:

No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.

Duodécimo:

Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado.

El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

febrero 22, 2007

Celoso Cielo





- Uno, dos, tres, probando. Espero que mi voz salga perfectamente audible, aunque quizá mezclada con el leve rumor del océano. Acomodo mis cosas aquí a mi derecha -en el mismo banco de madera en el que me siento todas las veces que vengo a la costa- menos el grabador, que lo dejo sobre mis piernas con el micrófono hacia arriba. Ahora sí.

- Estoy grabando. Dicen que no hay nada mejor para describir que el amanecer. El día apenas si asoma. La sutil brisa no es constante, pero está fresco. Seguro que la calma que cunde se debe a que es feriado. Ay, claro, tenía que decir primero la fecha. Bueno, no pasaron más de seis o siete horas de éste 25 de mayo. No, eso iría al principio.

- Bueno. Grabando. A los 25 días del quinto mes del año... Un viejo pasa y me pide una moneda. Le doy una de esas que son de dos metales distintos. Ahora un perro que huele muy mal me hace cosquillas con su hocico. Me recuerda a uno que tuve hasta hace poco. Que triste destino tienen estos pobres animales vagabundos. Me refiero a los dos. Epa, parece que el perro hediondo se enamoró de mi pierna. La oportuna patada nada tiene que ver con su condición de indigente, sino con la de promiscuo. El viejo le silba finito y el sabueso frotador termina su romance con mi extremidad. Me llegan desde lejos las puteadas del veterano. ¿A quién le importa esto?.

- Grabando. La verdad es que no hace tanto frío, y eso que sólo faltan 7 días para que empiece junio. El paso de un avión me trae a la memoria mi intención de describir el cielo. Me late el dedo. Y si; es que hoy cuando me estaba poniendo la escarapela me lo atravesé con el alfiler. No, creo que me fui de tema. Pero en serio me late.

- Grabo. Hubieran querido French y Berutti tener una jornada como la de hoy. Ya mismo me estoy sacando el abrigo. Me siento envidiado por los próceres. Es más, ahora un joven que vuelve de festejar el cumpleaños de la patria, entona frente a mí el himno nacional. Jura con gloria morir, pero en lugar de los acordes finales, suenan arcadas. Me baña con su patriotismo tibio, y luego se da a la fuga. Creo que me sacaré también la remera.

- Estoy grabando. Frente a dos inmensidades me encuentro en esta agradable jornada de mayo. El mar, que hoy no ruge ni embiste, y el cielo, al que alzo mi rostro buscando su... no, no. O llueve enduído o me cagó una paloma. Ahá..., lo segundo.

- Voy a grabar de corrido. El cielo, merecido para algunos, perdido para la mayoría... Atención: la cercanía de un nuevo perro me pone en alerta. El puntinazo se lo acierto en el abdomen del animal (sensiblemente pequeño), que no voló merced a la correa que lo ancló a su dueña; la misma que ipso facto se encargó de calentar mis mejillas como el propio sol no habría podido. Ahora me laten las mejillas, y el dedo.

- Grabo. "Escalera hasta vos" "Canta y no llores" te mencionan las canciones populares. Yo estoy aquí, cielo inexorable, inspirador, para extractar tus... tus... Ahhh, que cosa curiosa, cómo en un ratito el clima cambia radicalmente. El celoso cielo me envía este granizo como premio. Me apremio al tanteo en recolectar mis cosas, pero es en vano. Alguien se las ha llevado. No me quedó ni mi blanco bastón.


Carmelo Capazzo

Yo, el peor de todos.

“¿Me contradigo?...

Pues bien, me contradigo.
Soy vasto. Contengo multitudes.”

Walt Whitman.




Yo, el peor de todos


Los romanos utilizaban siete letras para expresar su sistema numérico. Del mismo modo,

puedo usar los siete pecados capitales (pecados de los que soy un fervoroso usuario) para expresar mi autodefinición.

Es ahora la hora de admitirlo: soy mi peor invento.

Me solazo jugando a ser muchos distintos para no tener que responder por ninguno de ellos. Presento al embelesador, que oculta al embelecador. Improviso a un eximio, merecedor de un exilio. Expongo al jacarandoso, pero asoma el jactancioso. Soy -usando un título de Salem- mi mejor Contradicción.

Descreo de todo menos de mi certeza absoluta en la inexistencia de certezas absolutas. Desdeño lo que enseño; aprendí de mí a hacerlo.

Aseguro que nadie me ha visto nunca. Han visto, en cambio, a algunos de los que digo ser. Me place -no lo niego- ser todos los que creé (y no me los creo).

Soy inoportuno e intangible como un fantasma; poco comprador e inconstante como un duende venido a menos; literalmente fantástico, como un dragón en desgracia.

Soy el menos indicado y el más señalado; el que ama y hiere; el que no deja rastros sino cicatrices. Soy el delicioso imperdonable; el que llora en público y ríe en privado; el que otorga cuando habla y el que calla al recibir (y el que da para que tengas).

Soy un vampiro con crucifijo; un escocés con bermudas; un obispo con esposa. Soy la tenue respuesta a la pregunta que nadie hizo; el que se excede en excusas y carece de motivos. Soy el umbral previsible de mi propia conformidad.

Soy el locuaz más silente; el juglar de entrecasa; el Ulises de jardín. Soy el pecador inconfeso; el casto mujeriego: el hereje que ríe en la pira. Soy el soez refinado, el de las lágrimas de reptil; el de la risa socarrona.

Soy uno de los sospechosos de siempre, de los intocables, de los perros de la calle. Soy - también- el bueno de una mala película; el polizón de la vida, el prorrogado; el que pide moratorias para jamás cumplirlas; el desertor de causas nobles.

Soy el sujeto mal predicado; el de adjetivos circunstanciales; el de pretéritos imperfectos. Soy el de lengua literaria y literatura charlatana; el de verbos inconjugables: el de presentes más bien tácitos.

Soy el que sueña con estar entre los primeros, pero tiene debilidad por los cuartos. Soy al que se le hirvió el agua para el mate; la bola ocho entrando primero; el cuatro de copas de mano. Soy el más tramposo de los leales.

Soy el que le puso la tapa a Pandora; Sansón con caspa. Soy por quién Cortéz no hubiera quemado ni una canoa. Soy un denario falso; un paraguas en Sodoma; la toalla de Pilatos; una herradura en Troya. Soy Rómulo alérgico a los lácteos.

Soy el que nadie quiere como yerno y el que algunas desean en su almohada; el que habla con rodeos acerca del grano. Soy el infame, el canalla, el bueno, el último..., y el que menos; el que se emociona sin causa, y el inconmovible.

Soy quien aspira a ser más besado que la sortija papal, la camiseta de la selección o que mi primera novia.

También sé -lo admito- que tengo un lado malo. Pero de eso han de encargarse mis detractores. Yo prefiero seguir pensando en los que soy, además de ser el más analfabeto de todos los que escriben.


--Martín Aon

Andate

Andate

Andate refutando esa quietud que te describe;

demostrando que no hay pereza que aluda a tu destino;

que tu fortuna es estática pero no está acá;

que contra tu voluntad móvil no hay raíz que se empecine...

Andate siguiendo el borroneado mapa sin cruz;

buscando ficticios tesoros insepultos;

hallando cofres vacíos en la superficie de tu propio desdén.

Andate si acreditan tus logros sólo a la demora del fracaso.

Andate, así suspiran aliviados los maridos;

sollozan en secretos las esposas;

maldicen en silencio las amantes;

se aburren y fabulan los porteros...

Andate a decapitar títeres, sabiendo:

que el retorno será una gran parodia;

que el destino es un invento;

que su inventor no volvió...

Andate, y no te detengas a confirmar tu sombra,

ni te demores alineando tus velas hacia las ráfagas

(hace mucho que la tierra no es plana,

y después de algunas curvas la vida te pisará los talones).

Andate, que yo te prometo que

la tierra jurada será la que estarás pisando

cuando decidas darle fin al éxodo

al que te condenaste porque ella te dejó.

enero 25, 2007

CERRADO POR DERRIBO

El Concepto DFyD Informa que el sitio oficial se encuentra momentáneamente cerrado por reformas.
Alejo Salem y Martín Aon encargaron dichas reformas al Comando Mocho y se fueron otra vez de vacaciones con fecha de regreso incierta.
Algunas voces dicen que Salem y Aon están por estrenar una sección literaria ¿? en un distinguido portal de noticias. Otros ecos, acaso más veraces, afirman que están presos.
Más allá de los rumores, prometemos ir acercando a este espacio datos fidedignos sobre los directores del Concepto DFyD (esto será, claro, en cuanto la justicia les levante la incomunicación).