febrero 22, 2007

Celoso Cielo





- Uno, dos, tres, probando. Espero que mi voz salga perfectamente audible, aunque quizá mezclada con el leve rumor del océano. Acomodo mis cosas aquí a mi derecha -en el mismo banco de madera en el que me siento todas las veces que vengo a la costa- menos el grabador, que lo dejo sobre mis piernas con el micrófono hacia arriba. Ahora sí.

- Estoy grabando. Dicen que no hay nada mejor para describir que el amanecer. El día apenas si asoma. La sutil brisa no es constante, pero está fresco. Seguro que la calma que cunde se debe a que es feriado. Ay, claro, tenía que decir primero la fecha. Bueno, no pasaron más de seis o siete horas de éste 25 de mayo. No, eso iría al principio.

- Bueno. Grabando. A los 25 días del quinto mes del año... Un viejo pasa y me pide una moneda. Le doy una de esas que son de dos metales distintos. Ahora un perro que huele muy mal me hace cosquillas con su hocico. Me recuerda a uno que tuve hasta hace poco. Que triste destino tienen estos pobres animales vagabundos. Me refiero a los dos. Epa, parece que el perro hediondo se enamoró de mi pierna. La oportuna patada nada tiene que ver con su condición de indigente, sino con la de promiscuo. El viejo le silba finito y el sabueso frotador termina su romance con mi extremidad. Me llegan desde lejos las puteadas del veterano. ¿A quién le importa esto?.

- Grabando. La verdad es que no hace tanto frío, y eso que sólo faltan 7 días para que empiece junio. El paso de un avión me trae a la memoria mi intención de describir el cielo. Me late el dedo. Y si; es que hoy cuando me estaba poniendo la escarapela me lo atravesé con el alfiler. No, creo que me fui de tema. Pero en serio me late.

- Grabo. Hubieran querido French y Berutti tener una jornada como la de hoy. Ya mismo me estoy sacando el abrigo. Me siento envidiado por los próceres. Es más, ahora un joven que vuelve de festejar el cumpleaños de la patria, entona frente a mí el himno nacional. Jura con gloria morir, pero en lugar de los acordes finales, suenan arcadas. Me baña con su patriotismo tibio, y luego se da a la fuga. Creo que me sacaré también la remera.

- Estoy grabando. Frente a dos inmensidades me encuentro en esta agradable jornada de mayo. El mar, que hoy no ruge ni embiste, y el cielo, al que alzo mi rostro buscando su... no, no. O llueve enduído o me cagó una paloma. Ahá..., lo segundo.

- Voy a grabar de corrido. El cielo, merecido para algunos, perdido para la mayoría... Atención: la cercanía de un nuevo perro me pone en alerta. El puntinazo se lo acierto en el abdomen del animal (sensiblemente pequeño), que no voló merced a la correa que lo ancló a su dueña; la misma que ipso facto se encargó de calentar mis mejillas como el propio sol no habría podido. Ahora me laten las mejillas, y el dedo.

- Grabo. "Escalera hasta vos" "Canta y no llores" te mencionan las canciones populares. Yo estoy aquí, cielo inexorable, inspirador, para extractar tus... tus... Ahhh, que cosa curiosa, cómo en un ratito el clima cambia radicalmente. El celoso cielo me envía este granizo como premio. Me apremio al tanteo en recolectar mis cosas, pero es en vano. Alguien se las ha llevado. No me quedó ni mi blanco bastón.


Carmelo Capazzo

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